-No pienses en mi -me dijo al mismo tiempo que un profundo dolor envolvía mi pecho, se paraba mi corazón y se quedaban sin respiración mis pulmones.
Ahora es cuando yo pregunto, ¿cómo no voy a pensar en aquello que me da la vida al mismo tiempo que me la quita? ¿cómo no voy a pensar en aquello que me preocupa, me importa y quiero a más no poder?
Ni puedo hacerlo, ni quiero lograrlo, me dije en el mismo instante en el que mis retinas asimilaban esas palabras, me niego.
Puedo alejarme completamente de su vida, no pronunciar palabra y que no vuelva a notar mi presencia, pero no habrá segundo del día en el que no la tenga en mente.
Pero al mismo tiempo, ya no tengo el valor de decir un simple ¿cómo estás? ¿qué tal el día?, por el simple hecho de que si lo hago no podré decir lo que pienso verdaderamente, lo que ronda en mi cabeza, lo que siento, porque ya, no puedo.
Pero como todo aquel que quiere lo mejor para esa persona que ocupa su corazón, dejaré de expresar lo que muero por decir, dejaré de decir, lo que muero por expresar, por el simple hecho de que, el que calla, otorga.
'Pero como todo aquel que quiere lo mejor para esa persona que ocupa su corazón, dejaré de expresar lo que muero por decir, dejaré de decir, lo que muero por expresar, por el simple hecho de que, el que calla, otorga.'
ResponderEliminarPreferiría estudiarte a ti que a Miguel de Cervantes... Genial :)
Cervantes tenía su rollo, yo tengo el mío, quizá si conociésemos como era cada persona estudiada, nos llamaría más la atención que solo conociendo el por qué se le estudia.
ResponderEliminar