Cuando no se piensa antes de actuar se pueden decir cosas que jamás quisiste decir o hacer cosas que, jamás quisiste hacer. El mayor problema no es actuar, el mayor problema es desconocer las consecuencias de esas palabras o hechos. El resultado que obtengas no será aquello que ganas, si no aquello que vas a perder.
Lo mejor es pensar que vas a dejar de tener si tomas una decisión errónea, una decisión que te puede costar más de lo que crees, que puede hundirte en un mar sin fondo.
Hace poco no actúe como debí haberlo hecho, hice algo que probablemente no pueda perdonarme en la vida, perdí lo más importante que tenía y jamás volverá junto a mi. Si hubiera pensado bien las cosas, si hubiera pensado cuales serían las consecuencias de mis hechos, lo que iba a perder, lo tendría todo, absolutamente todo, porque puedo tener muchas cosas imprescindibles, pero si me falta ella, no tengo nada.
Daría la vida por cambiar esa tarde de septiembre, daría la vida porque todo fuera como había sido hasta entonces, daría la vida por poder vivir con ella lo que me quedaba por vivir, daría la vida por seguir teniéndola a mi lado, sencillamente daría mi vida por ella.
Tan solo quince miseros minutos pueden acabar con toda una vida, quince minutos en los cuales solo salieron tonterías de mi boca, quince minutos que odiaré el resto de mi existencia.
Y quizá ya nunca vuelva a ser feliz, ya no tengo sueños que cumplir, metas a las que llegar, pero ella sigue soñando y queriendo ser algo más y lucharé por ello hasta que el último suspiro de aire vacíe mis pulmones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario