miércoles, 28 de septiembre de 2011

Decisiones.

Supongo que el tiempo pone a cada uno en lugar que le corresponde o al menos, eso dicen. Quizá sea todo cosa del destino, que el futuro ya está escrito desde el día en el que nacemos hasta el momento en el que dejamos de vivir.
Personalmente, nunca he creído en el destino y mi opinión al respecto, no va a cambiar. Todo lo que ocurre en este mundo está marcado por una acción o un conjunto de acciones. La vida es un camino lleno de obstáculos e imperfecciones y somos libres de elegir que dirección escoger y que decisión tomar.
Tenemos la libertad de elegir cual será nuestro camino, la libertad de escoger donde iremos o donde dejaremos de ir.
El problema es que escoger no es fácil, todo lo contrario, es muy arriesgado. El camino que cojas no suele tener vuelta atrás, tú elección repercutirá en todos los aspectos, podrás ganar o podrás perder, o bien una mezcla entre ambos.
Aunque no lo parezca, cada día tomamos cientos de decisiones, algunas más importantes que otras, el que ponernos cada mañana, que comer, que decir o que hacer, entre otras.
Pero llega el día en el que tomas, probablemente, la decisión más importante de tu vida, la cual hará que ésta cambie, que nunca sea como había sido hasta entonces y que sobre todo, te arrepientas de haberla tomado, porque ya no volverás a hacer jamás lo que siempre has querido hacer, ya no podrás compartir tu vida con aquella persona que te lo ha dado todo, ya no serás el mismo, nunca más.

Somos el resultado de nuestras elecciones y nuestro futuro dependerá de éstas, para bien o para mal.

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